4/05/2009

La flor que no supe cuidar

Había una joven con una muy buena calidad de vida, tenía un empleo en el que percibía muy buen salario; un marido que la quería mucho; unos hijos muy nobles, bien portados pero alegres; una familia unida.

Ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo su tiempo, a veces hacía de lado a su marido y sus hijos, también otras personas que ella amaba eran dejadas para después.

Un día, su padre, un hombre bondadoso e inteligente, le dio como regalo una flor muy rara y le dijo:

- Hija, esta flor te ayudará mucho más de lo que te imaginas. Únicamente necesitas regarla y podarla de vez en cuando, ocasionalmente conversar un poco con ella y ella a cambio te dará ese perfume maravilloso y su linda presencia.

La joven la recibió muy emocionada pues la flor tenía una gran belleza.

Con el paso del tiempo, los problemas seguían surgiendo, el trabajo consumía todo su tiempo y su vida seguía confusa, no le era posible ni cuidar la flor; llegaba a la casa, miraba la flor, y aún estaba ahí, no mostraba ningún signo de debilidad o muerte, siempre linda, siempre perfumada; entonces ella pasaba sin prestarle más atención.

Hasta que llegó un día en que la flor, sin más, murió. Cuando la joven llegó a casa se impresionó al ver la flor totalmente muerta, las raíces secas, los pétalos caídos. La joven se entristeció y le contó a su padre. Su padre le respondió:

- Imaginé que eso ocurriría y no puedo darte otra flor porque no existe otra igual que ella, era única, así como tus hijos, tu marido y toda tu familia. Todos son bendiciones tienes en tus manos, pero debes aprender a regarlos y brindarles atención, pues así como la flor, los sentimientos también mueren. Tú te acostumbraste a ver la flor viva, siempre florida, siempre perfumada y te olvidaste de cuidarla.

Cuida a las personas que tú amas...

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