Había una joven con una muy buena calidad de vida, tenía un empleo en el que percibía muy buen salario; un marido que la quería mucho; unos hijos muy nobles, bien portados pero alegres; una familia unida.
Ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo su tiempo, a veces hacía de lado a su marido y sus hijos, también otras personas que ella amaba eran dejadas para después.
Un día, su padre, un hombre bondadoso e inteligente, le dio como regalo una flor muy rara y le dijo:
- Hija, esta flor te ayudará mucho más de lo que te imaginas. Únicamente necesitas regarla y podarla de vez en cuando, ocasionalmente conversar un poco con ella y ella a cambio te dará ese perfume maravilloso y su linda presencia.
La joven la recibió muy emocionada pues la flor tenía una gran belleza.
Con el paso del tiempo, los problemas seguían surgiendo, el trabajo consumía todo su tiempo y su vida seguía confusa, no le era posible ni cuidar la flor; llegaba a la casa, miraba la flor, y aún estaba ahí, no mostraba ningún signo de debilidad o muerte, siempre linda, siempre perfumada; entonces ella pasaba sin prestarle más atención.
Hasta que llegó un día en que la flor, sin más, murió. Cuando la joven llegó a casa se impresionó al ver la flor totalmente muerta, las raíces secas, los pétalos caídos. La joven se entristeció y le contó a su padre. Su padre le respondió:
- Imaginé que eso ocurriría y no puedo darte otra flor porque no existe otra igual que ella, era única, así como tus hijos, tu marido y toda tu familia. Todos son bendiciones tienes en tus manos, pero debes aprender a regarlos y brindarles atención, pues así como la flor, los sentimientos también mueren. Tú te acostumbraste a ver la flor viva, siempre florida, siempre perfumada y te olvidaste de cuidarla.
Cuida a las personas que tú amas...
4/05/2009
3/16/2009
3/05/2009
Comunicación
Cuando hay un diálogo verdadero, ambas partes están dispuestas a cambiar.
Thich Nhat Hanh
Monje vietnaminta
Fuente: Readers Digest
Ambición
Las mujeres que buscan ser iguales a los hombres carecen de ambición.
Timothy Leary
Psicólogo
10/24/2008
Taza de café
Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor. Pronto la charla devino en quejas acerca del interminable 'stress' que les producía el trabajo y la vida en general.
El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más ecléctica (diversa): de porcelana, plástico, vidrio, cristal; unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas...
Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado. Cuando lo hubieron hecho, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:
'Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo. Ésa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al stress.'
Continuó:
'Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos. Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás. Ahora piensen en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos. A menudo, por concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café. ¡Disfruten su café! La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo sino la que hace lo mejor con lo que tiene; así pues, recuérdenlo:
* Vivan de manera sencilla.
* Tengan paz.
* Amen y actúen generosamente.
* Sean solidarios y solícitos
* Hablen con amabilidad.
El resto déjenselo a Dios, y recuerden que la persona más rica no es la que tiene más sino la que necesita menos...'
El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más ecléctica (diversa): de porcelana, plástico, vidrio, cristal; unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas...
Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado. Cuando lo hubieron hecho, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:
'Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo. Ésa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al stress.'
Continuó:
'Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos. Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás. Ahora piensen en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos. A menudo, por concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café. ¡Disfruten su café! La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo sino la que hace lo mejor con lo que tiene; así pues, recuérdenlo:
* Vivan de manera sencilla.
* Tengan paz.
* Amen y actúen generosamente.
* Sean solidarios y solícitos
* Hablen con amabilidad.
El resto déjenselo a Dios, y recuerden que la persona más rica no es la que tiene más sino la que necesita menos...'
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